A muchos se nos ha pasado por la cabeza crear tu propia empresa. Sobre todo después de una mala racha en la empresa para la que trabajamos, pero al final llega un día en el que nos decidimos, nos planteamos totalmente en serio el dar el paso y decidimos volar solos y crear nuestra propia empresa.
Hacer crecer un negocio propio desde cero es una aventura apasionante y puede ayudarnos a conseguir el resto de nuestros sueños, pero hay una serie de pasos iniciales que debemos dar para ir moviéndonos sobre terreno sólido.
El plan de empresa es un documento que no debe ser complicado, pero sí muy claro. Va a ser la base de nuestra actividad, la guía a la que recurriremos cuando nos encontremos descolocados y la carta de presentación de nuestro negocio si necesitamos acudir a buscar financiación externa.
No es un plan estático; puede ir variando a lo largo del tiempo para adaptarse a la realidad de nuestro entorno.
El plan de empresa debe describir clara y brevemente la estructura y localización de la compañía, el producto o servicio que vamos a poner en el mercado y la planificación de los aspectos comerciales (estudios de mercado, planes de marketing, objetivos macro, etc…)
Tenemos diferentes opciones: Individual, Sociedad Colectiva, Sociedad Limitada, Sociedad Anónima, Sociedad Cooperativa, Sociedad Comanditaria…
Dependiendo del tipo de forma jurídica que elijamos para nuestra empresa, esta necesitará tener un número mínimo de socios, un capital social determinado (3.000 euros para las S.L. y 60.000 para las S.A.) y la responsabilidad de los socios variará.
Una vez tengamos clara cuál es la forma jurídica que más nos interesa para nuestra empresa, llega el momento de darle identidad jurídica. Es necesario inscribirla en los registros necesarios para que sea reconocida como una entidad jurídico.
Dependiendo de la forma jurídica que hayamos decidido en el paso anterior los trámites varían, aunque hay una serie de requisitos indispensables que tenemos que cumplir en casi todos los casos.
Existen trámites administrativos que van a ser necesarios para la puesta en marcha de la empresa, tales como:
Una vez cumplidos todos los trámites, finalmente podremos comenzar con nuestra actividad empresarial y dedicar tiempo a labores que realmente harán crecer nuestro negocio. Es el momento de buscar financiación y empezar a trabajar de verdad en nuestra propia empresa.
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